Ir a pucv.cl

Dirección de Estudios Avanzados destacó grado doctoral obtenido por la profesora Gladys Jiménez

Gladys Jiménez: “Me ha costado mucho jubilar y lograr ser jubilosa”

La Doctora Gladys Jiménez, hace un par de años y tras dedicar una vida a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: jubilar. No obstante ello, su amor por la educación y su firme creencia de las potencialidades de las nuevas generaciones, han hecho que, de una u otra forma, la profesora Jiménez siga vinculada a la PUCV, esta vez, desde la vereda de la responsabilidad social universitaria.

En este contexto, durante el segundo semestre de 2015 y tras recibir su grado de Doctora de la Universidad de Granada, España, con la defensa de su trabajo de investigación: "Actividad física y persona adulta mayor. Estudio de las percepciones de los participantes en los programas de los municipios de la región de Valparaiso – Chile", accedió a conversar con la VRIEA, sobre su impecable trayectoria en la PUCV, que se inicia en 1964, año en que ingresó a estudiar Ingeniería Química.

P: Buenos días profesora. ¿Cómo se inició esta historia de más de 50 años vinculada a la PUCV?
R: Ingresé por esos años a estudiar Ingeniería Química, carrera que estaba reservada exclusivamente para varones y con una creencia popular arraigada de que las mujeres que ingresábamos a ella, teníamos un objetivo único: buscar marido. Esta situación, por supuesto y bajo ninguna perspectiva, era mi caso, así que seguí adelante contra viento y marea, obteniendo bastante malos resultados, a pesar de haber sido una alumna bastante buena en la etapa escolar.
Tras un par de semanas, no podía remontar y la situación me comenzó a frustrar. Fue en aquel momento en que escuché a una amiga que estudiaba educación física y necesitaba apoyo en matemáticas, quien me señaló con fuerza: "¡Qué haces en ingeniería, si tu camino está en la educación!". Al escuchar esa frase, recordé mis años de infancia donde bailaba ballet y me proyecté en el área de la educación física.

P: ¿Y cómo se gestó este cambio tan radical?
R: Las señales me llevaron a conversar con el decano de educación de la época, Don Luis López, quien me señaló: "Chiquilla, vente inmediatamente a estudiar con nosotros". Fue así como un 8 de mayo del mismo año, me cambié de carrera y comencé a estudiar educación física en la PUCV. Desde ese día, se me abrió el maravilloso mundo de la pedagogía, comenzando un proceso de aprendizaje continuo que se mantiene hasta hoy y que se sustenta en la disciplina, como generadora de conocimientos, puestos al servicio del desarrollo humano.

P: ¿En qué momento decide seguir una carrera académica?
R: Todo se inició en la mitad de mis estudios de pregrado, cuando fui ayudante de la cátedra de atletismo. Al año siguiente, buscando un área que me hiciera sentir plena, fui ayudante del profesor Patricio Quiroz – actual director de deportes PUCV – en la cátedra de recreación. Tras estas dos experiencias, me convertí en ayudante de la joven profesora, Cecilia Steel, quien junto con desenvolverse con gran fuerza y vitalidad en una cultura donde el machismo predominaba, era una mujer maravillosa que, a través de su ejemplo, marcó mi carrera con el sello de la rigurosidad y disciplina para innovar y salir de la rutina, tan característica de la educación física en aquellos años.

P: ¿Algún hito que recuerde de esta etapa?
R: Varios. El primero lo dejó el decano Luis López quien, desde la asignatura de lógica, se convirtió en uno de mis grandes referentes y maestros, enseñándome a reflexionar que: "la profesión, es una forma de vida", lo que me quedó marcado a fuego para toda la vida.
El segundo, sin duda, fueron las enseñanzas de Cecilia Steel que – lamentablemente – se enfermó y tuvo que dejar la academia. Era una líder y referente para todos quienes fuimos sus alumnas y alumnos. Esto provocó causalmente que el año 1972, yo quedara a cargo de su asignatura, lugar desde el que junto a otros jóvenes profesores, buscamos cambiar la visión instrumental de la educación física, trascendiendo, de una u otra forma, hacia la globalidad del ser humano.

P: ¿Tuvo algún problema o anécdota en esa época?
R: Como anécdota, recuerdo que en aquellos años de dictadura, nos acusaron de tener un grupo de gimnasia clandestina, porque entrenábamos hasta tarde. La verdad, si no es por Juan Enrique Froemel, quien confió en nuestras prácticas deportivas vespertinas, yo no estaría en la universidad.

P: ¿Cuándo llegan los primeros cargos en la PUCV?
R: En 1985 ocupé el cargo de Directora de Escuela de Educación de la PUCV. Cuando asumí, la primera información que recibí es que ésta se cerraría, situación a la que me opuse con firmeza y propuse elaborar un plan de desarrollo. De esta manera, asumimos el desafío con el profesor Carlos Navarrete con un fuerte y exitoso trabajo en equipo junto a los estudiantes, que nos permitió ordenar el funcionamiento administrativo, planificar estratégicamente lo académico y que concluyó con la estabilidad de la Escuela y la consecuente inauguración del actual gimnasio de la sede Sausalito.

Luego, asumí la Dirección General Estudiantil, en un momento de bastante efervescencia política y con mucha participación estudiantil. Posteriormente, asumí la Vicerrectoría de Asuntos Docentes Estudiantiles, donde nuestro trabajo fue visibilizar el trabajo formativo realizado en la PUCV. En ambos desafíos, debo decir que conté con equipos de trabajo maravillosos.
En los años siguientes, me desempeñé como jefa de carrera, directora de desarrollo curricular y formativo, miembro del consejero superior y decana. Este extenso camino, terminó un 6 de agosto de 2013 y el día 7 – consecuente a lo que pensé durante toda la vida – no me adscribí y firmé mi finiquito para jubilar.

P: Imagino que jubilar debe haber sido un decisión difícil
R: Para mí, la PUCV es mi 'Alma mater' y, por ello, me ha costado mucho jubilar y lograr ser jubilosa, significado asociado a desprenderse de todo. De esta forma y a pesar de estar jubilada, me retiré solo a medias de la PUCV, porque el mismo 2013 continué coordinando un proyecto Alfa con financiamiento de la Unión Europea, sobre responsabilidad social (RS) a nivel latinoamericano.
Este trabajo, trae como antecedente directo, el proyecto del año 2001: "Universidad Construye país" y seguidamente dos Mecesup relacionados con la formación de los estudiantes en RS, junto a la Universidad de Concepción, La Frontera y Talca; actualmente coordino la Red de responsabilidad social universitaria de ODUCAL (Organización de Universidades Católicas de América Latina y El Caribe) Mi anhelo es que la responsabilidad social de los estudiantes sea un eje transversal de la formación universitaria, y en lo personal es finalizar mi tránsito de jubilada a jubilosa y retirarme de la universidad

P: ¿Cuál sería el objetivo de esto?
R: Esta declaración de principios a la que aspiro, tiene que ver con responder por los impactos de nuestras acciones y decisiones, siempre pensando en el otro y en el bien común, sobre todo, en aquellas personas de los sectores más vulnerables. Dicho de otra manera, asumir el cómo nuestras actuaciones profesionales, impactan en este rostro humano de los ciudadanos y en su entorno.
Debo reconocer que la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados, a través de su Dirección de Innovación y Emprendimiento, está realizando un trabajo de emprendimiento con impacto social, tanto en sectores vulnerables, como en los escolares de la región. Con este ejemplo, puedo afirmar que la PUCV hace un gran trabajo en RS, pero faltan sinergias para potenciarse en conjunto a nivel institucional, sumando el trabajo desarrollado, entre otros, por la Dirección de Asuntos Estudiantiles y los estudiantes, por ejemplo, a través de los fondos de acción social.

P: Sobre la RS ¿cómo anhela su institucionalización en la PUCV?
R: En este sentido, tal vez nuestros estudiantes deberían salir con una certificación en RS, trabajando en temas como gerontología social – para que los adultos mayores puedan seguir desarrollándose – con niños vulnerados y/o con jóvenes invisibilizados.
Es muy importante que los profesionales PUCV, se impregnen de un sello valórico que considere la integridad de las personas, el respeto a su dignidad y la vocación de servicio hacia un proyecto de justicia social y bien común. En síntesis, quiero una PUCV que avance hacia el futuro de manera sinérgica, desde una mirada socialmente responsable, cuya acción considere hacer las cosas por convicción y siempre con una vocación puesta al servicio del otro.

P: En otro tema, quisiéramos consultarle ¿por qué enfocó su tesis doctoral en los adultos mayores?
R: La tesis doctoral que elaboré para optar al grado en la Universidad de Granada – España – estuvo centrada en la práctica corporal y persona adulta mayor, estudio centrado en las percepciones de los participantes en los programas de los municipios de la región de Valparaiso. Elegí, este estudio porque quería analizar e interpretar las percepciones expresadas por las personas adultas mayores, en relación a lo que piensan, sienten, entienden y/o significan respecto a la participación en los talleres relacionados con prácticas corporales, ofrecidos por los municipios de Valparaíso y Viña del Mar.
Además, entre muchas otras cosas, quería rescatar las distintas visiones existentes sobre el significado de la vejez y el envejecimiento como pérdida, como cambio, como oportunidad y como emancipación. La mirada que decidí hacer fue desde una visión comprensiva e integrada de las personas adultas mayores, donde la triada: vejez – envejecimiento – personas adultas mayores las constituye desde sus biografías como sujetos de derecho.

P: A modo de cierre ¿Cómo podríamos vincular esta tesis con los temas de RS en que está trabajando?
R: Sin duda, es relevante que nuestros estudiantes aprendan a escuchar la voz de los adultos mayores, empaticen con la particular realidad que ellos viven a diario, para que de esta forma avancemos en las relaciones intergeneracionales, integrando el concepto de familia extendida al saber envejecer. Parte de trabajar en un contexto de RS, implica desarrollar una cultura de la pasión por educar, fomentando el bienestar integral de las personas y, de igual forma, promover el autocuidado y los estilos de vida saludables, educando – por ejemplo – a los adultos mayores para ser autovalentes, valorando la importancia de relacionarse con otros y, con ello, mantener buenos niveles de motricidad, sacándolos de la tediosa rutina que, a veces, los termina absorbiendo. El desafío es prepararnos para habitar un país que envejece, y terminar con los mitos que asocian a los adultos mayores como pérdida y carga social.

Desde esta línea, el éxito de nuestras acciones dependerá de nuestra disciplina, nuestro amor por educar y, finalmente, entender – como dijo uno de mis mentores – que no vivimos solos y que "La profesión es una forma de vida".

Por Marcelo Vásquez, Periodista VRIEA – PUCV