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Opinión

Por Padre Gonzalo Bravo Álvarez, decano de la Facultad Eclesiástica de Teología de la PUCV y Párroco de la Iglesia La Matriz de Valparaíso.

Jueves 30 de abril de 2020

Opinión - Foto 1

El trabajo como servicio en tiempos  de “pandemia” del desempleo

30.04.2020

En tiempos de precariedades y confinamiento, recordar el día del trabajo tiene muchos matices. El término trabajo (ābad) en la Biblia hebrea, que aparece más de mil veces, siempre sugiere una acción de servicio, aunque a veces deriva en una acción servil. Desde un inicio, queda  plasmada la tensión entre la transformadora y liberadora acción humana en favor del desarrollo de la creación, y la esclavizante condición de precariedad que reduce a quien trabaja a una condición de vulnerabilidad.

La experiencia cotidiana es que el trabajo, incluso el actual ‘teletrabajo’, nos obliga a entregarnos a una experiencia colaborativa de crecimiento económico y social que, muchas veces, va en desmedro de nuestra vida personal y familiar. En este sentido, podríamos decir que en muchas circunstancias el trabajo formal deriva en nuevas formas de esclavitudes, en las cuales por una recompensa económica previamente acordada, las personas renuncian a una vida digna y libre que les impide disfrutar de la existencia.

Por otro lado, el espacio laboral representa una tremenda oportunidad de colaborar para el crecimiento social, económico y cultural de la sociedad. Para muchas personas, el sentido de su vida está orientado por lo que hacen en sus trabajos. Aún más, el trabajo es para ellos un verdadero artífice de felicidad, gozo y bienestar. Cuando uno se encuentra con quienes viven su quehacer en esta dimensión, la alegría es inmediata. Pienso en cualquier persona, independiente de su función, que trabaja-sirve en el área de la educación, la salud, el servicio público, la cultura, el emprendimiento, la economía y la investigación; en esos y en otros ambientes, qué felicidad regalan cuando el amor y la pasión por el servicio en su fuente laboral revaloran su condición existencial.

Pero hay muchas personas, y lamentablemente en estos tiempos irán creciendo en cantidad, que no pueden trabajar, que no encuentran la oportunidad de contribuir con su aporte laboral en la sociedad. Para ellas, su vinculación con el trabajo se hace dramática; no sólo por la dificultad de llevar el sustento a su hogar, sino también porque se saben potenciales co-laboradoras de un mundo mejor. Qué importante resulta pensar en ellas al momento de celebrar el día del trabajo. Son quienes más lo necesitan; las que ahora sufren por no estar en la dinámica laboral, pues sienten que la sociedad les debe algo.

Independiente de dónde se encuentre usted al momento de leer estas líneas, me gustaría agradecer a quienes consideran sus trabajos como oportunidad de servicio para el crecimiento humano, siendo su vocación una forma de vinculación comprometida con el prójimo  y, algo no menos importante, como una disposición a entregar lo mejor de sí para que otras personas sean beneficiadas por lo que se realiza.

La fatiga del trabajo llega cuando instrumentalizo éste para satisfacer reducidas pretensiones personales, olvidándose del sentido más amplio del mismo: servir para mejorar las condiciones de vida de otros, su entorno y expectativas.

Dirección General de VInculación con el Medio

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